lunes, 29 de diciembre de 2014

EL QUE ANTES DE SU MUERTE HA PLANTADO UN ÁRBOL...

Cuando le comenté a Laura que quería un árbol como regalo para el Olentzero… se sorprendió, evidentemente.

- ¡¿Un árbol.. ?!! Pero, ¿Cómo…? ¿Cómo que un árbol? – me preguntó con el ceño fruncido.
- Pues sí… - le respondí. Algo pequeñito, por supuesto.
- Pues a ver como lo hacemos… - terminó diciendo.

Luego se lo expliqué y le pareció una bonita idea.

¿Cómo devolver todo lo que nos da la naturaleza? Respetándola, cuidando de ella, protegiéndola… son respuestas típicas que parecen más de manual, del “Manual del amante de la naturaleza”. Ojo, no quiero decir con esto que no esté de acuerdo con ello, ¡faltaba más! Pero quería hacer algo más activo por ella (la naturaleza).

Ella me permite disfrutarla sin horarios, me acoge con los brazos abiertos cada vez que me calzo las zapatillas. Siempre está ahí, me regala olores, visiones, sonidos… Nunca me canso de visitarla.

Ella me da y yo tomo. Pero ninguna relación puede funcionar así. Debe haber un equilibrio, entre dar y tomar, no solo vale recibir.

(Ahora mismo acabo de borrar dos párrafos en los que hablaba de los que siento cuando corro en el monte. De esto ya he hablado muchas otras veces en el blog y no quiero repetirme.)

Vayamos al grano.

Pues yo, por hacerle un favor al Olentzero (ya que en la carta no le dí demasiadas explicaciones de qué tipo de árbol quería ni nada…) fui personalmente a una tienda de jardinería (en realidad no es una tienda, es una especie de invernadero que vende plantas, arboles… pero no sé cómo se denomina a este tipo de establecimientos). Me asesoré sobre el tema, qué tipo de árbol era el idóneo para mi plan, cómo plantarlo, qué lugar debía seleccionar, lejos de esto, cerca de aquello, hazlo así, así no… Yo que soy un ignorante en este tema, me esmeré en recabar toda la información posible para no meter la pata.

Quería un árbol que diera frutos, que genere vida, que diera de comer, que diera cobijo. Y así me hice con un manzano. Un manzano de tres años.

Ayer fuimos mi mujer y mis dos hijos y lo plantamos. Antes de ello, durante mi entrenamiento, fui a echar un vistazo a algunos lugares que tenía en mente donde pudiéramos llevar a cabo nuestra particular donación a la naturaleza. Salí de los caminos habituales, me adentré un poquito… y bueno, creo que dí con el lugar apropiado. Esto ya lo dirá el árbol con el tiempo…

Creo que lo hicimos lo mejor que pudimos. Alguno podrá pensar que es una soberana “chorrada” pero a mí me llenó. Creo que a nosotros nos llenó.

A sido mi manera, nuestra manera, de devolverle todo lo que nos da… 


"El que antes de su muerte ha plantado un árbol, no ha vivido inútilmente"
 Proverbio indio
   

 








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